A cada paso voy dejando barrio mío, un lagrimón colgado en mi mejilla,
anhelando mil suspiros que antaño te entregaba por la calle
alborozada de fragancias a jazmines y magnolias.
Zaguanes y anhelantes besos concedidos
al honor de estar amando un tiempo nuevo,
familias que nacían entre penumbras y gemidos,
tan cálidos a la noche disipando viejos ecos,
Se oscurecían los espacios con amores, fulgores
y mil estampas porteñas en arreboles.
Una taza de café humeante en cada bar
y un corazón agonizante entre tinieblas,
faroles encendidos y un tango casi adormecido
que acompañaba los acordes de un presagio.
Un amor en cada esquina, una serenata
mil espectros que se lanzan hacia el cielo
y aquel vals que entre lejanías se escuchaba
desde las sombras de una noche pesarosa.
Las penumbras de la plaza y sus amores
armonizando con los brillos de la luna
que lanzaba mil rayos furtivos serpenteantes.
Un cielo tachonado de estrellas fulgurantes
adornaban aquel escenario de románticas pasiones.
Mi Buenos Aires querido, cuántos ecos se han perdido.
CARLOS A. BADARACCO
14/11/12
(DERECHOS RESERVADOS)