Hugo Emilio Ocanto

Una cena frustrada

Hace varias noches

tuvimos en casa una

reunión de amigos y familiares.

Comenzamos en casa desde

muy temprano a hacer

los respectivos preparativos

para tal acontecimiento.

Hacía ya un tiempo que no 

nos reuníamos, en casa.

Una cena no muy rimbombante.

Sencilla, simplemente,

la intención era reunirnos.

Todos nos esmeramos para que fuese

todo muy bien presentado,

y la senc illa comida 

fuese bien degustada,

y, sobre todo, aceptada.

Llegaron los invitados.

Eramos ocho personas en total.

Pocas, entre los más allegados

comenzamos a cenar.

A los pocos minutos de comenzar,

me llaman desde la clínica

porque tenía que atender

de urgencia a un paciente

que se había fracturado un brazo.

Tuve que abandonar la cena.

Así que ella se canceló

hasta que yo volviese de la clínica.

Llego, y un amigo ya estaba

medio dormido en la mesa,

argumentando  que había ese día

jugado un partido de fútbol

y estaba rendido.

Mi llegada lo hizo volver

al mundo de los despiertos.

Comienza nuevamente la cena;

todos estábamos famélicos

debido a la hora.

Se sirvió un caldo, el cual

estaba horriblemente salado.

No hubo solución, algunos

lo tomaron, otros no.

Era cuestión de agregarle mucha

agua caliente, pero, eso pasó.

Después se sirvió una entrada

de arrollado de papas con atún,

mayonesa, aceitunas,etc.,etc,

pero las papas daban la impresión,

o sensación,(como dice el gobierno)

de que estaban muy crudas,

se notaba en el paladar.

Eso no fue todo.

Se estaba cocinando pollo al horno y...

¿qué pasó?, se cocinó demasiado

y se quemó. ¡Bravo! ¡Bravísimos

cocineros de la casa!

Tenía ganas de tomar el mantel

y darle un tirón para que elementos

de la mesa, fuesen a parar al piso.

Tenía ganas de esconderme

debajo de la mesa.

Pero, la cena debía continuar,

como la vida...

Hicimos una picadita de aceitunas,

pickles, queso cortado en fetas,

las cuales algunas estaban secas...

en fin, la cena debía continuar.

El vino tinto que estábamos tomando,

exquisito.

Creo que fue lo mejor de la cena.

En un momento dado,

a uno de nuestros amigos,

se le resbala el cuchillo

al cortar ese fabuloso pollo

quemado, y se lesiona la mano, 

sangrándole.Pobre muchacho.

Enseguida agua oxigenada

con venda incluída.

Uno al usar soda, en este caso

era un sifón, el cual al apretar

el gatillo, la soda se desparrama por el mantel,

por supuesto, mojando y manchando parte

de la exquisita cena. Y bueno,

la cena, como la vida, debe continuar...

Y aquí viene el remate...

de esta cena frustrada: tengo

un matrimonio amigo que son

muy finos al comer, sobre

todo el postre, ¿cuál era el postre?

Duraznos en almíbar.

Comenzamos a cortarlo con

tenedor y cuchillo.

Directamente yo le encajo

una cuchara y así lo voy

cortando de a poco.

Pero esa noche hice la excepción de,

como los otros,

usar tenedor y cuchillo.

Hete aquí que al hacerlo

se me resbala el durazno

y va a parar a una de las tetas

de la esposa de uno de mis amigos.

Tenía un pronunciado escote

y el durazno se le encajó

justo en él, en medio de las dos...

y con estas palabras concluyo

el relato de esta agradable, exquisita 

y frustrada cena. Hasta la próxima... 


Todos los derechos reservados del autor( Hugo Emilio Ocanto - 16/11/2012)