No me avergüenza
ser hijo de la bondad
ser hermano del verbo dar
ser padre de algunas esperanzas.
No me avergüenza el viento
que se lleva pedazos de mi vida
pero deja
cristales encendidos
que no se puede llevar.
Me hace feliz
cómo aprende a sonreír
una niña
cómo
sin querer
me genera como una flor
ternura.
Y no digo más
porque las imágenes se elevan
como palomas de colores
en el aire caliente
de este cielo sin nubes.
No me avergüenza el dolor
que a veces siento
ni asumir como un soldado
que a veces me lastiman.
Sería peor
esconderme
o pretender que las tormentas
a veces
no golpean.
No me avergüenza la vida
mirada como un milagro
como una oportunidad irremplazable
para ser ángel
para llorar si quiero
para pedirte perdón si te lastimé
tanto.