Me has dejado ahogarme, en la soledad
cruel de mis anhelos/ morir en mis sueños,
me has dejado despertar llorando en silencio,
solo por ansias eternas/ de tenerte a mi lado.
En mi corazón ya no hay sangre que fluya,
solo el orgullo es lo que hace que camine/
que siga sin rumbo, por la inhóspita vida/
que me acoge y luego me tira, como basura.
Recuerdo tus últimas palabras y corroen
mis entrañas, cual acido quemando todo
a su paso y no importa; si es más intenso
el frio sin ti/ y solo me reconforta el llanto.
Me cubro el rostro, con el manto de la tristeza/
que ayuda a soportar; el crudo infierno de mis penas.
Y mis venas se desangran, para liberar ese veneno/
que sembraste con tus besos y tus mentiras.
¡Te odio! te guardo rencor claramente lo sé;
pero que quieres que haga -que bendiga
tu caminar- cuando tu haz destruido los caminos,
que junto a ti había trazado/ eso es imposible.
Quiero que sepas, que tal vez tu partida
me lastimó/ pero aun tengo la esperanza,
de que algún día otro amor curara las heridas,
grandes/ profundas, que causaste ¡mujer mal nacida!.