No hubieres nacido
honrara mi invento,
regar en tu nido
el amor que siento.
El amor que siento
lo vivo sin razones
haciendo de él el motivo
de las más dulces emociones.
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Amarte sin rimas ni medidas
ante todas las miradas del mundo
bajo las caricias del cómplice sol
con los métodos de mi singular amor
de modo abnegado, dulce y comprometedor.
Desde cuando te conocí hasta terminar mis días
durante el alba y el ocaso sin asumir horario
en la secuencia de las estaciones de todo el anuario.
Entre las aguas y riadas que con pasión hicimos tibias,
excepto cuando fogosas bullían para encumbrarnos
hacia el paraíso que siempre me llevan tus brazos
hasta sentirme subyugada a tus dulces labios
mediante besos que me dejan ahogada
para quedar sobre sábanas rendida
por el candor de tu sensual mirada,
salvo cuando se cierran tus ojos
según el tiempo y los antojos.
Sin distinción entre versos
sobre tantos recuerdos
tras cada cimiento.
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Tras cada cimiento
cual base resiento
toda mi armadura
se hace menos dura.