Su mirada está llena de adióses
y mientras sus pupilas naufragan en recuerdos,
ella me mira de reojo...
Su memoria descansa
en agua de mar, leche de ángel.
Son sus años que la llevan a todos lados
-Soñar no es una opción-
menos al mañana.
Y creo entenderla,
por eso no me entiendo.
Y estoy en el proceso:
de ser el fariseo de sus sueños
-Que es lo más cercano a un salvador-.
a un arrepentido barato,
-Que es lo más cercano a las náuseas, a la vida-.
Llegan mensajes,
Que ella nunca abre, por miedo a que alguno contenga mi voz.
Por miedo al miedo,
por nada.
Porque ella espera pacientemente que yo no espere.
Ahora que sabe-tardíamente-lo que es el amor,
que se lo dedique, a los que no han nacido;
que me lo haga llegar como epitafio.
Porque cuando me brindó esos meses de inmortalidad,
entendí, lo que todavía no entiendo.