Te levantas por encima de las piedras del camino
oteando horizontes de ensueños,
moviendo tus manos como yo mis alas
queriendo estar vivo;
rompes los caminos para volverlos a inventar
tras tu sombra, dejando abiertas las puertas
del destino en ese interminable ocaso
que cada día, vestido de oro, te saluda y desaparece.
En esa liturgia rodeada de paz
-cosmos de Tánatos- que llama y conmueve,
admiro tu grandeza y tu belleza,
aquella que roba las palabras
y se las lleva, y las cambia haciendo con ellas versos,
como los que en esta quietud escapan en vuelo eterno
sintiéndose tocados por otra emoción.
Con los ojos clavados en tu historia
te imagino jugando a encontrar el viento
en las tardes del estío;
con las puertas abiertas de par en par
dejando escuchar el canto de tu solera;
otro Quijote me sentí ante ti,
otro caballero a lomos de su locura,
persiguiendo un sueño: este que me hace seguir,
… que me hace vivir.
©Jpellicer2012