He nevado amargo allá en la fronda
y he visto sufrirme las hojas, verdes hojas,
y el plumaje de los pájaros, azules pájaros.
Enojado me contuve en otro siglo
y deslizante y conturbado
lloviste los instantes
con sus brasas crepitantes
y abedules en mis brazos,
sus raíces eran venas azules
y sus hojas eran pájaros.
Contuve en otro siglo
mi ropaje de nieve
y mis lienzos purpurinos,
crisólito, amatista y topacio...
Ahora ven, vamos, ¡vamos!
Tú no eres la flecha
ni yo soy el arco. Ambos
vuelo raudo, fuego y fuego,
nieve y nieve, ambos.
Ahora ven, la puerta abierta
sólo ha de cerrarse
luego de tus pasos.
Ahora ven, aún tiemblan
de ternura las hiedras
y accedo indivisible
a este espacio...
He nevado largo allá en la fronda
y he visto reír a las hojas, verdes hojas,
y el plumaje de los pájaros, azules pájaros.