-Abre la puerta.
Me abrazas, te beso;
te miro, suspiras.
-¿Qué tal?
-(Cansada). Muy bien ahora.
Silencio.
Otro beso.
Me tomas las manos
hacia una habitación oscura.
Dos siluetas fundidas
y confundidas.
Me besas,
te agarro más y más fuerte.
Te pegas a mí.
Lanzo un beso al aire porque,
de repente,
te apartas.
Me enfado. Me buscas.
Paseas la nariz por mi cuello
como si fuera de plumas.
Suave. Me encantas.
-Guapa.
-Mentiroso.
-Te comería aquí, ahora.
-Hazlo.
Más besos. Nos quedamos sin tiempo.
Tus dedos bajo mi camisa,
tu aroma dentro de mi.
Soy más mujer que nunca.
-Pronto tendré que irme.
-Pues hazlo muy despacio, y detén el tiempo.
-Preciosa...
- ... (Silencio de nuevo)
-De verdad, yo nunca miento.
Mi lengua roza tus labios.
Me deseas. Te deseo.
Caricias por todo el cuerpo,
rápido y lento y ardemos.
Sonrío.
Soy feliz sosteniéndote la mirada.
-Te quiero.
-Pues yo no.
(Lo sé).
Me besas
y desapareces…