Claire

HASTA UN GOLPE DE SOL

 A Alejandro



Cuelgo mi impaciencia

a una tarde de delitos;

definitiva y sensual

la penumbra.

Lo sabes,

vamos a oler a infierno eternamente.

Es urgente la batalla, ardiente tu recuerdo

y roja la sangre que te quiere hacer guerra.

Ya me muero y todavía no me encendiste

la rabia,

la amargura,

la colera que detengo -

que muerdo maltratando

el silencio infinito.

Rómpelo de una vez, grítame

el viento,

que tus brazos levanten la arena

que me cubre la piel.

Llévame al final,

palpitante, atónita, arrogante.

Y mátame toda en todos los pasillos,

- sin testigos –

 que sea de fuego el castigo que me lances      

inmoral, oscuro, prohibido.

Y cuando ya se acabe la fuerza

de la venganza, no te rindas.

Besa la luz salvaje de mis ojos,

ágarrame el alma en la ola rebelde,

píntame el alba de vos

y como una sentencia:

 

ábrazame la vida para siempre.