Quiero impregne la hondura de tu alma,
el inmenso amor que te tengo
que no cubre ni contiene alguna medida;
qué no quepa duda qué es más profundo
que el océano del tiempo y la eternidad de la vida.
Decirte amoroso que llego de más allá
de dónde no imaginas, qué el lugar de mi origen
gratamente bello sin par e inefable
sin ti fue cubierto de las vanas y más crudas soledades.
Por ello, ahora vengo a descorrer el velo,
a pedirte que retornes a tu ínclito origen,
donde unidos tú y yo somos todo, y la nada
el sello inmaculado de nuestra mente virgen.