Sabio es quien posee una sola semilla de conocimiento,
a quien regará con buenos sentimientos y cosechará la más bella flor.
No lo es, en cambio, quien con tierra fértil, agua pura y sol,
deja volar las semillas por el cielo, sin importar dónde caerán.
El fruto más puro, de razón y de encanto,
cotidiano en el sabio, cual suspiro de amor,
es la paz y su fuente, de amar siempre y dar luz,
es quien apaga los prejuicios, la diosa del perdón.
La paz corona a los santos anónimos,
embriagándolos con su esencia de cariño y calor,
tranquiliza a quien odia, engalana a quien ama,
hermanando a los hombres, en su nombre, en su voz.