Hoy he estado sentada en ese mismo lugar de nuestro encuentro,
llegaste en mi mente a regalarme un beso.
Cierro los ojos y te siento, percibo el olor a jabón en tu cabello,
el gordito de tu cintura, la barba medio crecida en tus mejillas,
el roce de mis labios en tus patillas…
El contorno de tu cuerpo entre mis brazos…
¿Cómo puede algo tan vivo no ser cierto?
¿Cómo vives tú sin mis besos?
¿De qué alimentas tu silencio?
Segura estoy que mil veces me recuerdan tus manos,
de que a solas tus labios, te traicionan con mis labios.
No dudo que me miras con los ojos cerrados,
es más...sé que duermes con mi recuerdo abrazado.
Que te odias por no poder tenerme cerca,
que te ahoga mi perfume cuando duermes y despiertas asustado...
Pero este amor no es para cobardes, no es para niños,
no es para tontos, y entonces nos amaremos a solas
aunque sea igual el nombre y el tamaño del pecado…
¿Dolerá más el infierno que en esta vida no tenernos?
¿Será una ofensa tan grande a Dios quererse tanto?
No sé si es más noble este amor que te deja en otros brazos,
o es mejor el que cumple una promesa, pero calla una mentira.
Larga es la vida del que cultiva juntos miedo y culpa
porque el fruto es igual de inútil que la semilla.
Inocente me declaro por quererte sin medida.
No es culpable el que respira al viento y se alumbra con la luna
¡Cómo culpar al que después de beber agua sigue aún con vida!