en la canción de horas
oscilan las sirenas
en el inmenso mar
la dulzura de las olas
en el escenario de los minutos
El Arlequín embriagado
canta la melodía
el sarcasmo aislado
en las estepas de segundos
niños de hechizo
la ingenuidad de un columpio
en el jardín cubierto de lirismo
en su Testamento es
la sencillez del amor
perdido en açucenas
en la debacle de los tiempos.
Pedro Valdoy