Tus curvas mi bien,
son sensuales al verdor.
De tu senos manantial,
de tu cabello el Sol.
Las caderas ensanchadas,
sin modestias, ni recata.
Sobre orgullosa te llaman
la flor de lo extravagante.
Sabroso caminar,
del declive del bosque
oculto en tu interior.
Todo lo que el amante fugaz,
no te quitó.
Cabeza alta y bien sentada,
con las piernas bien cerradas.
Sus manos cruzadas y
su sonrisa de tirana.