En la siniestra hora del cadáver del tiempo
una palabra se adueña de la inconsciencia
y nos hace alzar la voz hasta clavar
la estaca en el cuervo reptando su libertad.
La roca se pulveriza en los pies del agua
para movernos en el plenilunio
ahuyentamos la sirena silenciosa
y la rellenamos de afrodisiacos
hasta reventar su frigidez.
-Nos llueven versos blancos-
Despierta el dolor en la planta del pie
había pisado las vías de nadas barriendo
la catatonia de vivir en los tranquilizantes
excesos de las manías de existir.
Cadáver del tiempo
es un pretexto para recordar el motivo
dejarnos trenzados en las estrellas;
los telescopios no descubren
la heredada costumbre de sufrir.