CARLOS ALBERTO BADARACCO

LOS VIEJOS DUENDES ENCANTADOS

 

 

Anclado en una imagen pasajera se eternizan,

divagando por los tiempos,

aquel álamo y el jardín del fondo,

donde las hojas resecas se encendían de dorado.

 

Allí estaba mi perro y mis hijos tan pequeños.

 

Era un apartado tan lleno de nostálgicas figuras.

Había tantos duendes que se escondían por debajo,

de aquel colchón de hojas resecas del otoño,

tantos pájaros, y entre los arbustos

tímidas luciérnagas se lanzaban en las noches,

cuando la luna proyectaba aquellos rayos furtivos

y entre las sombras pernoctaban los espectros alocados.

Aquel sendero viejo donde los pantanos en la mente,

se despertaban entre sueños dementes, impetuosos

y los gorjeos anunciaban fugaces cantos apasionados

desde aquellos nidos donde los bríos

alertaban sugestiones, de los viejos duendes escondidos.

 

CARLOS A. BADARACCO

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