Sublime crepúsculo, que tus rayos vieron nacer
la inocencia, pura tan pura, sin ningún pecado.
Musitan los latidos del corazón, vida o muerte,
son jaulas, que alejan a la cría del seno materno.
¿Has visto la escaramuza de cerca? ¡Que atrocidad!
observa la carnicería de los grandes asesinos;
quien mata, lacera y engulle es un criminal,
delatados por su inconsciencia corrupta y su fetidez.
No sabes lo que se siente ver agonizar de muerte
ver la sangre de una madre al ser apuñalada
colgada y desmembrada, y los huérfanos lloran
con su piar, rugir, graznar…no calma su congoja.
El pan de cada día es… ¡la santa inquisición!
tortura que espanta el alma del desdichado;
desgarrados, ahogados, triturados, pisoteados…
no existe compasión alguna del ser humano.
Los mortíferos someten a la desgracia,
afilan sus navajas para cercenar;
y los huérfanos de Dios, miran su desgracia,
se arrastran agonizando al ser asesinados.
Piden auxilio sin palabras;
patalean… y sus cuerpos se debilitan,
están muy fríos…sus ojos te miran…
sus ojos fijos te miran, aun estando muertos.
Ya no se oye a los pollos, bacas, ovejas…
yacen sus espíritus angelicales en el cielo,
yacen sus cuerpos pútridos en el cementerio…
el estomago de los humanos es el cementerio.
Seis mil millones de judíos fueron aniquilados
en los campos de concentración, pero…
seis mil millones de animales son matados
cada año ¡y tú, eres cobarde! que no haces nada.
Son seres vivos los animales como los judíos
los animales son víctimas, por usted que los utiliza para…
comida, ropa, experimentos, cosméticos, diversión…
A Dios le duele verlos sufrir a sus criaturas ¡por tu culpa!
NOTA: ESTE POEMA ESTA REGISTRADO A DERECHOS DE AUTOR POR QUE FUE PUBLICADO EN UN LIBRO