Te llamé ayer con la estremecedora paz de mi delirio,
ante tantos ojos y tantos labios abiertos;
con la pesadumbre de los años
y el inasible dulzor que postea la memoria.
Te llamé ayer detrás de tanta esperanza perdida
y ante el vuelco de mi sangre sorprendida,
grité tan fuerte que desperté de su letargo
a los dioses del Olimpo;
quise borrar de tu mente el último calor ajeno
y que por fin floreciera el araguaney
poniendo en tus ojos una risa serena.
Y nunca llegaste a cubrir la débil llama de mis días
con la tibieza de tu nombre,
a pesar que te imaginé como si estuvieras aquí
poniendo tu desnudez ante la mesa del convite amoroso
Te llamé, pero no estabas, ni estaba tu voz de cantilena;
y mi humanidad sola en la arboleda umbría
tratando de llenar la forma de un abrazo.
Así es mi vida cuando mis ojos forman parte de tus días
caminando sobre polvorientas páginas de melancolía
y noches con el mismo escenario
que azota ante tanta tempestad de ausencias
... Ayer te llamé, pero no estabas...
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. JULIO STOUTE (JUSTO ALDÚ)