Santi Piedra

Almas sin dueño

 

Que fría puede ser la tarde

cuando dos corazones rotos rondan los aires.

 Lluvia de lágrimas

ajenas y propias,

 desencanto, tristeza.

 

Que han hecho estos amantes desconocidos

 para andar por los aires pidiendo compasión a Cupido?

Es que acaso no son merecedores de amor eterno?

Han sido olvidados por los ángeles portadores de amores…

 

Revoloteando por el gran firmamento,

sin entender su desdicha,

pasean tristes y desamparados.

Ni las aves que le acompañan dan consuelo alguno.

Es que acaso no han amado estas solitarias acompañantes?

Ellas con su hermoso plumaje y tranquilo vuelo,

no hacen alarde de la tristeza que les rodea.

 No se percatan de estos dos corazones en busca de alivio,

corazones rotos,

fríos, sucios.

 

 Vida de Mierda!!  gritan estas dos almas sufridas.

Vuelan en busca de refugio,

solo encuentran desconsuelo.

 

Vuelan entre helados vientos,

 entre ángeles enemigos,

les han abandonado, y sus flechas,

 atraviesan el corazón para dejar dolorosas heridas,

 heridas sangrantes y profundas.

 

Tan grandes han sido sus pecados

para no merecer un amor puro y sincero?

-          Yo he sido bueno, dice una.

-          No merezco este dolor, grita la otra…

 

Así paso la tarde,

 Lluviosa y fría.

 

Estas almas derrotadas,

 volando entre aves y ángeles,

volaron y volaron,

tan cerca pero tan lejos,

llorando de soledad, desprecio,

pidiendo al cielo un remedio para su sufrimiento,

sin percatarse que allí,

entre agua y vientos,

 aquella otra alma sin dueño,

 podía ser su consuelo.