¡Te juro que adiós! a ti extraña de siempre, amada por el de la interna lucha, por el amor prohibido en mi autoenseñanza, por mi orgullo de hombre…
Te prometo que adiós porque te quiero desde el sabor de la leche materna, eres de mi como mi aliento y olor de mi sudor erótico…
Te digo solo adiós, que saturaste soledades llanas con frutos inertes de tu saliva en mi memoria, te irás, si te irás, así muera de sed…
Déjame decirte adiós sin culpa y con el cansancio propio de los hombres vividos en gracia de su liberación…
Quiero decirte Adiós a tus esquinas de historias en las palmas de tus manos, en el recorrido de mi rostro por tu juego y tu imperio de los sueños con tus risa entrando por tus sabanas, debo decirte adiós pero no puedo…
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