El cielo y la tierra
y un hombre solitario al borde del camino,
un sentimiento de hastío y desazón
habitan la noche,
desborda por sus ojos la angustia
y el tormento de una vida sin identidad,
la misma infamia rondando su intelecto.
La vida nos da momentos de infortunio
que lastiman al alma, sin piedad y con saña.
El camino es cruento, el final se vislumbra
como un injusto tormento de la existencia,
no hay meta más absurda
que la cruel e indigna corrupción del hombre.
La soledad lo alcanza y sin miramientos
revuelve consciencias y devela ostracismos.
CARLOS A. BADARACCO
21/11/12
(DERECHOS REGISTRADOS)