Creí no lastimar pero no fue así; quise
calmar pero no entendí.
Dos corazones,
lastimados y consumidos
por el temor
quedaron perforados.
Lo mejor es olvidar para no dañar
y calmar,
lo que no entendí.
Me equivoqué, ¡ya lo sé!
pero que más da,
si somos arrogantes.