Regálame un sorbo de tus caricias
para revivir lo grueso de estas manos viejas
y soportar el invierno de los últimos tiempos.
Quiero volar en tu vientre
por la cúspide de tus dunas fervientes,
reposar en el nido
donde el fénix vuela a duelo;
y desafiar el miedo
dentro de la cueva de la serpiente…
Con el reloj que palpita el cuerpo
en un juego corriente, sin agujas
que en certero tic tac, dicta el instante final sin dirección.
Dame a respirar de las hojas de tu arboleda
no me ignores por ser tan pura,
que este otoño invernal no sucumba
mis ansias de surgir de tu frescura…
Que estaré frente a tu jardín
en la franja abierta de tu mirar…
¡Solo que no se la distancia!
Pero que tus lianas se enreden en mi alma
Ninfa azul de inexplicable silueta,
agua de dulce fuente que rejuvenece
el atmosfera de este antiguo planeta.
Pues tu tesoro invaluable
suple el amor a mi pobreza,
fecundando mi alma
de tus muchas riquezas.