joaquin Méndez

Mi amada Jenny.


 

Caminaba con pasos inseguros, vacilantes, como con miedo… sabía que al otro lado de aquella puerta, estaba ella, que se podía escuchar su respiración, y percibía su esencia de hembra bravía, su perfume de siempre.

Sabía,  que ella avía regresado aquella tarde, se lo comunico una amiga suya...Hacia tanto tiempo…que ya no estaba seguro de que su antigua novia  le siguiera amando como antes. ¿Porque no le aviso de su regreso? ¿Porque no le escribió ningún mensaje anunciándole su llegada?

- ¡Qué cosa más rara! Pensaba él,  mientras sus pasos lo acercaban más y más a la puerta  de la habitación.

Llego a la puerta y con el puño en alto fue a llamar golpeando la madera de ébano,  pero…se freno en seco,  antes de golpear la puerta, “Escucho un segundo, y le llego el aroma del perfume de siempre, el inconfundible CHANEL N°5

Por fin se decidió y golpeo con suavidad tac,  tac…

-¿Quién es? Pregunto una voz femenina al otro lado de la puerta.

¡Wau Era ella! ¡Jenny! Su Jenny, su amada.

El corazón le dio un vuelco de emoción, recordaba perfectamente aquella voz, que tantas veces le había susurrado al oído, te amo,  entre besos y caricias, mientras le entregaba el cuerpo y el alma.

-Soy yo Alberto. ¿Me recuerdas? contesto él.

La puerta se abrió,  y allí estaba ella, tan radiante y bella como siempre, casi se había olvidado de aquellos ojos negros como la noche, que tanto lo excitaban.

Sus piernas temblaron cuando bajo, la vista y vio como se extrelucía la camiseta verde pistacho, dejando ver los exuberantes pechos y los  pezones como capullos de rosas cuando comienzan a florecer.

Entre sus blancas y largas piernas un montecito de pelo negro rizado tapaban a media una hermosa rajita sonrosada como sintiera un poquito de vergüenza ante su mirada.

-¡Oh Dios mío Alberto!…que ganas tenia de tenerte entre mis brazos amor…cuanto te eche de menos mi vida, ni te lo imaginas, quería darte una sorpresa, y me la has dado  tú a mí. ¿Quién te dijo que llegue hoy, Si no lo sabía nadie?

-Un pajarito, mi amada, un pajarito.

Ella se abalanzo a sus brazos, clavándole los pechos duros como piedras mientras se colgaba de su cuello, comiéndole la boca a besos, besos de fuegos que encendieron todas las mechas de su cuerpo.

Alberto siento como su falo crecía  como la trompa de un elefante, y sus piernas temblaban de emoción.

Jenny al sentirse aquella dureza  entre sus piernas tiro de él para dentro y cerró la puerta con su culito respingón y durito.

Se abalanzaron sobre la cama y comenzaron una batalla que avían interrumpido hacia  tres años…

Volaron las prendas de él, y la blusa pistacho de ella, fue rasgada, saltaron los botones esparciéndose por la habitación, que serviría de escenario a tantos deseos y pasiones contenidas durante tanto tiempo.

A momento se escucharon gritos apasionados y jadeos entre cortados de los dos amantes,  había alcanzado lo que tanto  deseaban durante una eternidad…

Autor Joaquín Méndez.

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21/11/2012 10:14:07