ODA LA NOCHE
Lóbrega, misteriosa e impaciente
camina en el espacio desplazando la tarde…
y tiende sobre el día/ sigilosa/
su cortina de humo,
hasta empapar los ojos de nostalgia.
Como agua derramada al horizonte
se riega despacito… vertiginosamente sobre el cielo
y tiñe con su sombra los silencios.
Parece un ave de infinitas alas surcando el universo.
Y se corre el telón…
alguien quita el mantel hecho de nubes
y de azul soñoliento…
el sol bosteza lento
en un ocaso tierno.
Y como en un paisaje de película
hace su aparición en el deceso
la hermoseada noche/ con su rostro coqueto.
En su vestido cuelga estrellas que titilan
haciéndola imponente,
su cara es una luna bien lavada
que sólo cambia el brillo de sus ojos,
su corazón es nido de hojarascas,
es corazón inquieto por el tiempo,
es un latir de brisa hecho viento.
Cantan en ella, cantan criaturas…
luciérnagas que zumban tan inermes,
y en melodía de notas… susurran sinfonías
unidas con natura en estridente.
Se oye el batir de alas del murciélago,
el canto anunciador que emite el búho,
tripulación de cantautoras aves ensayando en lo alto.
En ti se esconde el bosque,
los peces del estanque danzarines
chapuzoneando el agua,
cazadores nocturnos con luces de alcafandra
hurgando entre neblinas su apetito.
El viejo cocodrilo en la penumbra,
al acecho febril del victimario…
da zancadas en cuatro como fiel soldado,
marchando con sus fauces entreabiertas
a celebrar su fiesta.
Se oyen lenguas bicéfalas
latigando el vacío,
atrayendo a su imán de gustativas
pequeñas fierecillas,
zancudos y satélites de antena.
En la punta de un cono hecho de tierra
se subleva indigente el lobo estepa
y le grita a su amada luminiscente
lo mucho que la ama.
El mar se baña en olas,
a solas con sus pocos transeúntes/
sólo se ve la espuma efervescente
dándole besos negros a la arena
hasta morir en burbujitas frías.
Jugueteando en el campo las gacelas
zigzaguean, retozan, dan maromas
sobre la hierba verde.
Cerquita junto a ellas… a unas pocas millas,
bajo los rayos luna/
en casas de campaña…
se aman entre cuitas de ternura
un par de enamorados,
dos tortolitos frescos que en un altar juraron
amarse por los siglos y los tiempos.
También en ti se hacen necedades,
se hacen sacrificios a lo oculto,
tu guardas los misterios con tu sino,
sin querer que marchiten tu sepulcro.
Oh mi adorada noche,
noche de soledad y de misterio,
noche que desabrochas los pudores
y amarras las caricias junto a pieles.
Noche quisiera ser tu eterno amante
para mirar tus ojos hechos luna,
y con mis versos siempre enamorarte.
Para arroparme bajo tu manto estrella,
y que en mis ojos se refleje el brillo
de tu sonrisa tierna…
¡Oh, noche bella!