Desplegadas las locuras,
bien dobladas sobre la cama,
repaso si falta alguna,
si no te llevaste nada
pegado en la suela de tus zapatos de gamuza azul.
Desabrocho mi conciencia
con tanta facilidad
como quien ve en la oscuridad
y se derrama toda,
inconsciente,
sobre la alfombra mágica
del eterno esperar.
Tanto te soñé... tanto...
que la realidad se tornó ensueño
y así, entre juegos sin victorias,
los dos ganaremos
partidas de loco amor.