Deseos de amar se te contienen,
detrás de los dientes,
tus palabras de amor, apretadas,
no encuentran oyente,
y las ingieres, crudas,
hasta tu vientre.
No pasan las horas en esta noche
en la que la Soledad es tu amante
y tu cama, enorme desierto,
como blanca Selene,
te atrapa, ofreciéndole a tu volcán
cabalgar sobre su almohada.
Duermes ahora sobre una laguna calma,
con las ventanas de tu cara relajadas,
resbalan gotas de lluvia salada
sobre tu almohada.