CARLOS ALBERTO BADARACCO

SABOR A CAMPO

 

 

 

 

 

 

 

 

Por la mañana se extendieron los horizontes,

 

mi rostro tomó color de nube.

 

Se alzó mi vista hacia las distancias

 

aspirando brisas, sosegando vientos y sabor a tierra.

 

Por la mañana la luz del sol fue más brillante,

 

se abrió el cielo, hacia el delirio.

 

Se encendieron los senderos

 

con abanicos de colores,

 

de tierra húmeda y sabor sureño.

 

Las fatigas fueron el albor temprano.

 

Por la mañana se despertó el bullicio

 

el sonido a tiempo, el fragor del campo,

 

el clamor del hombre.

 

Una sonrisa clara  de inocente vuelo

 

alzó mutismos, adormeció la calma

 

y entre riachos y furtivos rayos

 

se avivó la luz entre los alerces.

 

El sol se alzaba  enfrentando al cielo

 

No había pesares,  era todo puro,

 

el calor de madre, el aroma a rancho, a sabor a mate,

 

a pan horneado, a café humeante, a leche fresca.

 

Entre los montes un collar flamante  de colores nuevos

 

entre peñascos viejos y cumbres verdes.

 

Todo era un llamado a la luz del tiempo

 

que sembraba vida, aliento del cielo, soplo divino

 

que se lanzó impetuoso hacia el esfuerzo y la lucha diaria.

 

 

 

CARLOS A. BADARACCO

 

(DERECHOS RESERVADOS)

 

22/11/11