Número 13

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Un Minuto.


                          Es Agosto.


El año no importa,

ni las contracciones del estomago del mundo
            ríos caudalosos de palabras en grito,

y callan!         calladamente cierran sus ojos
mis ojos cerrados mirando el futuro,
                                       tiemblo!!
mis cantos acallan un mundo vacío


de un ave surcando el diafragma

de un huevo invadiendo el origen

                    y no puedo despertar!


no puedo, no puedo extenderme más allá de la vida,

no puedo, alcanzar las nubes amarradas a tus cabellos,
no puedo, invadir los ojos celestes de un cielo atrapado por la oscuridad.
no puedo, no puedo, no puedo! 


            En el cimiento del madero de la cama,
una voz amarra una mano extendida por la luz,
se quiebran las texturas; la mano fraccionada
ante los ojos de un ave atrapada en una jaula...
(Despierta)        (Despierta)       (Despierta) 


Del estrangulamiento de la luz, la penumbra recorre la vestimenta del pasado,
abrigando el cuerpo estéril de libertad; la sangre no brota de su lápiz,

no puede escribir, quiere redactar su presente; quiere!

desgarra sus huesos, el frío duele,
duele, duele, doliendo asesinar fármacos en el bolsillo del olvido. 


Despierto..., y es..., mañana,
mañana jugaré con mis cabellos
   atrapando la sombra del viento

     de entre las manos imagen del horizonte

         un ave dibujando el sentido del tiempo
dos manos alcanzando el vuelo de un sueño.  


Tus ojos de medianoche, tus lunas, tu cuerpo,
mis ojos de mediamar, mis perlas, mi quebranta brizas.


¡Y no quiero callar más? no quiero morir, no quiero dejarme perder,
                                          no quiero tatuarme en más hojas blancas.