Ego...
Esa maldita necesidad de sentirnos
alabados por otros;
necesitados por otros,
deseados, amados, queridos.
La exagerada exaltación de nuestro amor propio;
el Yo antes que nadie.
La nula importancia del sentir ajeno.
Buscar satisfacer nuestra única necesidad,
tan solo lo que Yo quiero,
lo que no puedo cubrir por mi mismo,
lo que Tú, prójimo, Debes darme para sentirme vivo.
Confundir esta rácana necesidad con amor;
decir, pensar, ¡creer que es lo mismo!
Limitar al otro por lo que Yo espero,
por lo que Yo creo,
por lo que únicamente para mí es correcto.
Después de todo, antes que nada;
todos en algún momento llegamos a esto,
lo peor es quedarnos instalados ahí
y no reconocer que es mejor
aquella frase trillada de:
"Es mejor Dar que recibir."