Eso es lo que me dijiste:
"no me tengas piedad".
No, lo mío no es piedad,
es auténtico amor.
¿Qué me has querido decir con eso?
Que me vaya de tu lado me pides.
No, no he de hacerlo.
Tenme tú piedad a mí.
Y si he estado equivocado
al maltratarte, te pido mis disculpas.
Con la hermosa noche de amor que pasamos,
cómo he de abandonarte.
No puedo, porque te amo.
Y tú lo sabes...
Te amo hasta el delirio...
Que no te tenga piedad...
¿Tener piedad por el mal
que me has ocasionado?
Estás perdonada.
Tú debes tener
piedad de mí y aceptar este
amor que siento.
Anoche te hice gozar.
Y tú me hiciste gozar a mí.
Estamos compensados.
Con las sensaciones.
Con el éxtasis del goce perfecto.
Me cubriste de besos y caricias,
y yo hice lo mismo contigo.
Ambos tuvimos el goce pleno del deseo.
Ahora comprendo...
tú me dijiste que no te
tuviese piedad cuando...
ahora lo entiendo...
Entonces yo en ese momento
arremetí con mi brutal
acción de introducirme
dentro tuyo...
Y qué felicidad ambos sentimos...
No, no me separaré de ti,
porque quiero volvamos a repetirlo...
quiero profundizarte...
hasta quedar extenuado...
Tú y yo siempre así hemos gozado.
Todos los derechos reservados del autor( Hugo Emilio Ocanto - 24/11/2012)