NO IGNORAS, es verdad, que te deseo
pero impides conocer la oscuridad
en tu aureola circundante.
A otras sombras supones dar
ese brillo feliz
de brasas insignificantes,
mas yo voy a otros ritos,
a otra ansiedad entre tu espíritu y tu carne,
donde ya no eres tú y estás aún
como la madrugada en el primer destello.