Se van rompiendo los días,
se deshilachan las horas
y la tarde ya no es tarde
pues a las cinco se ensombra,
dándole paso a la noche,
con esa magia que asombra,
donde los tiempos se alargan
en palabras mudas, sordas…
Y un aroma a Navidad
va llenando mis sentidos,
con frutos rojos que saben
a sentimientos perdidos,
que durmieron sus recuerdos,
en la sonrisa de un niño.
Olor a musgo y serrín,
decorados del Belén,
con coronitas de muérdago,
que engalanan a la vez
las entradas y salidas,
y que todo el mundo ve.
Pero las luces del alma,
que son estrellas de luz,
solo las ves si las buscas,
estelas de gratitud,
y que el recuerdo ha grabado
en fotos al contraluz…
Son estos tiempos de adviento
que van pregonando amor,
entre los sueños de niños,
muy cargados de ilusión,
que los adultos vivimos
entre canción y canción,
con la esperanza y renuevo
que llegan al corazón.
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