Cada vez que intento reparar algo, lo hago trizas.
Cada vez que intento acariciar a alguien, lo termino golpeando.
Y es que así es la vida, la repetición constante de todo camuflado en distintos rostros y ropajes.
Tal como quise, salí de mi casa en busca de algo que se lo que es pero no deseo mencionar, y me encontré con la Francisca.
Sí, con la Francisca. Pero no esa que generalmente deambula por las calles inventando una que otra historia mientras mueve sus pies en la vereda, si no con esa solitaria y melancólica. Algo nostálgica y por sobretodo romántica. Es evidente que esto último no es un misterio.
Me contó cosas tan difusas, nubladas que no logré comprender. “Esta mujer está llena de ansiedades y consumida por su monótona realidad. Aunque no sé si monótona es la palabra que mejor se adapta”. Entre sonrisas y ojos pusilánimes me habló de su amor novelesco, las noches que pasan juntos oyendo la lluvia golpear todo con su violencia sutil y desgarradora. Se aman tanto que siento envidia. Hasta que recuerdo que no es del todo real.
¡Es que esta mujer se enamora todos los días!
Claramente su existencia carece de sentido si no plasma en cada cosa el amor que anhela entregar y recibir. Se enamora del sol, del moreno de la micro, del frío de la mañana, de su pasado esplendoroso y de su rubio fantasmal.
¿Cómo es que tu vida puede basarse en lo de aquí y en lo de allá, ignorando el centro de lo demás?
Hay muchos bichos en este lugar.
Me perturba matarlos con mis manos
Mi lápiz
Y mis dientes sin-
Con-querer.
Estos días he llegado a suponer que
A ti
Lejos de perturbarte asesinarme
Con cada mirada
Y cada gesto
Que me regalas
Te agrada
Y te halaga
Ver como toda mi atención infantil
Siempre está dispuesta a
Puntualizarse
En ti.
Fijándome a cada
Miserable
Instante
En lo que haces
Dices
O no
Solo para ver
Si un poquito de tu
Perdido tiempo
Lo ocuparías en burlarte
Coquetamente
De este ser
Patético
Que busca encontrarte
A diario
Entre tanto difunto
Que abruma mis vivencias.
Está más que claro que nacemos para desfallecer lentamente. A cada momento magnifico de existencia selecciono lo que quiero que me asfixie dentro de un tiempo, y me mate. Cuidar la salud es el peor error que comete señor Pro-sanidad. En los árboles está implícito su suicidio, el más ridículo de todos. Nacer es un asesinato propio fascinante y desgastador. Qué ironía.
Te levantas y tomas un mal desayuno según
El médico de turno.
Si quieres te bañas.
Bueno, si debes.
Te vistes.
Que horrible situación tapar curvas
Planas, redondas, triangulares
Con un trozo de tela diseñado
Especialmente para cualquier
Otro.
Caminas. Inevitablemente.
Caminas.
Al paradero
Al auto
A no sé dónde.
Te transportas y llegas
A tu prisión.
Pasas el día creyendo estar
Vivo-alegre-cansado-angustiado
Creyendo que eres el/la único/ca
Que tiene dilemas
Desangrándose
Por cada lugar que pisas.
Tu día acaba.
Comes, te alistas para dormir.
Momentos de insomnio
Momentos imaginarios
-No puedo sacarte de mi cabeza-
Cerrando los ojos
Crees apartarte de todo
Pero te levantas,
Todo ha vuelto a la normalidad.
Piensas “ojala este sueño fuera la única certeza”.
Me pongo el gorrito del polerón o los lentes de sol porque supongo que así seré invisible.
Descalza y desnuda bailo en mi cuadrado, río, lloro, amo con todo lo que soy y pienso que esto es vivir la vida como se me antoja.
Te recuerdo cantando y siento la misma sensación de ese día oscuro, soleado en el que dije que bonita suena tu voz mientras pensaba que solo quería callarla de golpe. Para besarte.
La primera vez que me vi en el espejo comprendí que podría ser un milagro o una desgracia, sin términos medios grisáceos. Ahí comenzó mi lucha contra el silencio más grande y permanente que he oído maravillada. Impoluta.
Cuando te pregunté tal estupidez que desde esta mañana me ha avergonzado, supe que eras lo que llenaría de aventuras imaginarias el salto más extraño que he dado en mi locura.
No sé que pasará ni que pensaré en una hora más. Eso sí, tengo por seguro que este encuentro es mío y nadie lo sabrá jamás