Hoy no ha querido mirarse en mí,
Acurrucada entre la cama y la coqueta,
Apoya su frágil espalda en la fría pared.
Puedo ver un hilo de rímel corriendo por su mejilla,
Testigo ineludible de lo bella que se puso para él.
Está lejos de su tierra y de sus gentes
Desgraciadamente le tocó vivir la suerte del emigrante,
Pensó en una segunda oportunidad,
Y Fue hacia el espejismo del oasis del paraíso,
Creía que bebería el agua de la vida y la esperanza…
Pero el agua estaba contaminada,
Viene de una tierra donde algunos dicen: que las mujeres son fáciles,
Que la familia es promiscua y que no existen los valores morales.
Donde van los turistas a disfrutar de los placeres de la carne
De la tierra de ron, el tabaco, la salsa y las meretrices.
Llora de rabia, de impotencia; que poco conocen su tierra, sus gentes,
Sus abnegadas mujeres.
Pero la suerte está echada
Ya no hay marcha atrás, no es posible.
Pero Éstas serán sus últimas lágrimas
Nunca más la ingenuidad será su compañera,
Acaba de sacar de su pecho la valentía y el coraje
Componentes explosivos de su sangre caribeña,
Se levanta, me mira y se ve a ella misma, sonriendo
Como una leona,
Como un ángel.