! AY, QUE VIDA TAN TRISTE LA DEL SOL!
El sol siempre calentando la luna,
brindándole su amor,
penetrando de lejos con sus rayos
en su opaca faz…
la mima, la endulza, la besa/
y ella que gira y gira en un tono esquivo,
día y noche/ evitándole.
Él, ansioso en su lecho,
inmóvil por el tiempo,
sólo puede aspirar a su hermosura
sin fundirse con ella en su corona.
La luna a veces se ruboriza y llena
su corazón del brillo de sus manos,
en otras él la nota media y media…
mitad ternura y mitad arisca,
en otra más oscura y sin hechizo
y en tantas sólo ve, de ella silueta.
Lejos en la distancia se decora
y si está vergonzosa se escabulle…
como la salamandra se camufla
y teje entre las nubes su disfraz.
¡Ay, que vida tan triste la del sol!
Arde, que arde en fuego por su amor
y calienta la vida con su piel.
Mas su amada, su luna… en derredor
se pasea y le mira con frialdad,
por siempre va evadiendo su calor,
por los siglos y por la eternidad.
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