Todos somos uno.
Vengamos del Edén,
del árbol o la caverna.
Creamos en un Adán,
o en toda una familia
de hábiles profetas.
En un punto lejano,
fuimos pocos,
frágiles y humanos.
Estuvimos a merced
de enormes fieras,
o terríbles amos.
Algo nos salvó
de todo mal,
aliviando nuestras penas.
Y le pagamos,
diciendo que sólo fué,
"la adaptación al planeta".