Fragmento
Amar en un domingo es de mala suerte
Tienes todo el día en frente de tus narices a esa sanguijuela, chupándote (no es exactamente eso lo que me molesta) las reumas encogidas por la culpa de la ausencia de los lunes a viernes. Llega domingo y el dueño del ultramar enjaulado en tu caracola, quiere absorberte hasta el último aguijón envenenando tu axila. Es domingo, día de bonanza, de copular el cielo en la gravedad de un átomo adherido a una cuerda.
No es que me guste la ciencia frígida de la abstinencia, pero cuando quiero disponer del amante, él se llama viernes, bisiesto o fiesta de guardar, y no tengo más salida sino desinfectar mis dedos y beber un vaso de leche tan solo para ahogar falsedades.
Vincent tiene la plenitud cavernícola de convertirme en una funda, en un taburete…cierta vez fui la flor acuática de sus palmas…pero Vincent, es palabra remojada en la precocidad de saberse inconstante, pleno, y tan imaginario como es cierto el trébol en su ombligo.
Y Vincent también, se sabe sometido a la intemperie de mis ojos huyendo por sus omóplatos, ondeando la maravilla de ser indefinible, amado como la tierra virgen del Mar Rojo e inalcanzable como el pez volando detrás de una cometa.
Amar en domingo es tener una cama en el límite del alfeizar, ponerse de bruces frente a la ventana, mientras el otro se posa detrás, hace tango en tus caderas, ópera en tu garganta y lágrima rodando en toda la semana.
Piernas, pido pudor a mis piernas abiertas al aire por el resto de la semana
Tranquilidad a mis manos….lealtad al rosario…o al menos…un poco de resaca a mi cama ondulando en la cavidad de mi tráquea…
Amar en domingo es de mala suerte