Ella -Eres un sueño del que no quiero despertar jamás.
El -Pues no despiertes amor lindo.
Ella -No… nunca. Dormiré entre tus brazos eternamente y pase lo que pase ahí me quedaré, estaré en tu piel aun sin haber tocado uno solo de tus cabellos y viviré en tus labios y la felicidad no se irá nunca de nuestro lado.
Volaré cruzando el mar que nos separa y llegaré como un ave hasta tu ventana tan solo para entregarte mi alma en un beso prohibido.
Estaré entre las estrellas como cada noche enviándote mi amor sin reproches.
Ahogare mis celos de ella en la almohada donde siempre seco mis lágrimas; y cuando vuelva a verte mi sonrisa regresará a mis labios y me perderé en tus bellos ojos como el atardecer.
El -No me digas más; mira, ya ha caído de mis ojos una lágrima.
Ella -No llores dulce amor porque en cada gota de rocío yo te entrego mi corazón, en cada rayo de sol toda mi pasión y en cada suspiro mi canto en silencio por nuestro amor inmensamente eterno.
Eres mi tormentosa dicha, la dulce culpa que se aferra a mi alma… La miel que se derrama sobre mi piel aunque no te pueda ver. ¿Será que algún día podremos amarnos libremente?
El -No sé hasta donde llegaremos pero no me importa eso… lo que me importa es que quiero vivir cada momento contigo aunque no puede ser a tu lado; pero tengo pensado en estar junto a ti hasta el último segundo si tú quieres.
Ella -Siempre, siempre te buscaré y volveré a tu lado pase lo que pase. Yo ya no podría vivir sin ti, no me importa tenerte lejos mientras estés conmigo.
El -Cada vez que debemos separarnos tengo miedo de perderte, de no verte más, que desaparezcas y me dejes sin saber de ti.
Ella -Y a mí me pasa igual, temo mucho que al volver a ti ya tengas tu vida resuelta y que me dejes de lado.
Juntos: -Y si eso llegará a pasar siempre serás mi amor eterno y siempre tendrás mi corazón.
DEA CITLALLI