Sin permiso te relego de tus más íntimos quehaceres
y tus más tóxicos vicios.
Caes en mis altares cual despojo sin prejuicio.
Te desprendo de tu ropa, sin lugar en ningún sitio.
Como única respuesta, me encarcelas entre tus piernas;
haces de mi lo que no era, sentenciándome en condena.
Te recreas a tu antojo dejándome de lado
Te creces por momentos rompiendo lo pactado.
Aumenta un conflicto de dominio persuasivo,
Tendemos a la locura, sin timón y sin camino.
…
Después me miras y yo te miro; respiro.
Y te inundo entre mis brazos deteniendo tus latidos.
Mi aliento desvanece.
Egoísmo compartido.