El Señor Común se alista porque es domingo.
Enrolado recién en un ejército de mutilados.
Se arma con una sonrisa y un plan divertido.
Uno más, que es dos, entre los padres separados.
El Señor Común convalece de los estragos del rencor.
La herida fue grave, hasta el arrepentimiento y la flagelación.
Coge dinero que ganó con alguna restricción
y sale. Un hijo no puede ser el resultado de un error.