Uno se duele por los que se han ido,
aquellos que han recibido sus alas
y decidieron hacerse al cielo.
Queda una luz sin sombra
de entre su ausencia,
hay tanto campo abierto
necesitado de sus cantos,
aquellos que surgieron en su voz de tinta,
sonrisas salpicadas de amores y desengaños.
De su partida quedan árboles verdes
de ramas rotas, viviendo a la espera
de otras auroras, hay arbustitos nuevos,
con el rocío les surgen brotes,
son extensión del verbo
cual charquito de hojas no secas
que van cayendo.
¡Como se duele uno de los que faltan!
De aquellos que sin quererlo
se han hecho ausentes en noches largas...
Zyanya@