Nada podrá
detenerme,
respiro
el semen blanco
de la vida.
En las piedras
del anchuroso
valle,
la paciencia
arderá
en llamas.
Y la semilla
del crepúsculo
entrara
por mi ventana,
como única luz
que me devuelve
tu mirada.
Cae la noche
con incertidumbre
negra,
cuando la soledad
se agranda
convirtiendo
en río
de lagrimas
tu alma.
En combate
te descubro
escondido amor,
en la batalla
del mundo,
perdiendo
al ganar
vuelos confusos,
que te llevan
por el aire
con la fuerza
de mi impulso.
Ciega
con los ojos
abiertos,
mirando
lo que no ve
mi pensamiento,
lo que entre
laberintos
se queda
desvanecido,
y en silencio.
Pero ya nada
podra detenerme,
tensare
mi corazón
para inyectarle
vida.
Por amarte
me convertí
en una peligrosa
loca,
que colgaba
del cielo
mariposas.
Pero tus ojos
miraron
otra boca
y te enterré
en la playa
del olvido.
Solo entonces
comprendimos
todo el dolor
que se siente,
cuando el amor
muere vivo.
Ana@ocaña