Yo no sé del azul cantando una nana
cuando tu voz es la crema
regándose en mis ansias
de ser la mermelada,
en tus distantes mañanas.
Juegas a adivinar mi amor
y mi amor es la risa esquivando
la roja acidez de tus papayas
/Y no es un juego amar/
pero amar sin atarnos
en la fresa rancia de una palabra
es la mejor manera
-de no amarnos-
y ser los dos, el tiempo perfecto
de ser amor
amasado en la alacena
congelado su espumilla
/en dos, tres intentos/
por ser tú y yo
el tiempo perfecto
-de ser amor-
sin llegar a serlo.
Porque nuestro azul
es la canción sentenciosa
un jurado –una nota-
los “pieces” nadando
al séptimo día
en la piedra
agrietada por el diamante
en una treta riesgosa.
Amor
somos el tiempo perfecto
de amar sin amor
para tocarnos
fundirnos
en el río sabatino
y resucitarnos
-Con todas las ancas-
en la gloria invisible
de un domingo
para amar sin amor,
en cualquier tiempo.