Mis ojos color oscuro,
vacios espejos sin reflejos,
lo real no tiene tino, y,
lo ilógico cobra sentido,
me abrazas en un manto putrefacto
carcomido por insignificantes ideas
que en vez de placer, dan tristeza.
Y son tus aspas de luz,
zarzas malditas cuando cae el sol,
mis parpados en tus labios,
sincronizan tus miedos, conmigo, mientras,
las razones se vuelven polvo,
espacial, universal, invisible.
Me veo en el ayer, respirando,
un mañana melancólico,
en compañía de quien me mese
en su cuna escarlata, lloro,
lloro el cristal fragmentado,
al verla abrazar nuevas experiencias,
y mi voz se vuelve mi condena
al ver sus ojos no mirarme,
y sentir sus besos vacías cajas.
La serpiente me estrangula sutilmente
mientras muero bajo los mantos,
de mis propios sueños.