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No vuelvas a mirarme de ese modo,
no vuelvas irradiarme, por favor.
Y no es que no me guste tu mirada,
es que se llena mi alma de pavor.
Me inquieta ya sentirme traspasada,
me aterra sumergirme en esos ojos.
Y no es que no me guste que me mires,
es que cubres mis caminos de abrojos.
No puedo permitirte que tú cales
en lo oscuro y oculto de mi ser:
no quiero que tú pruebes de mis males,
no quiero que navegues en mi río,
que descubras secretos de mujer.
Me niego a regalarte lo que es mío.