La finca era grande, un casaron, quedaba en un alto, era imponente, techos altísimos, grandes ventanas, tres jardines había, un cenador, cubierto con trepaderas, una gruta, el gallinero, era del tamaño de un piso moderno.
Todo era grande, menos la niña, que jugaba todo el día, descalza con los pies sucios de tierra. Era feliz. Trastada atrás de tratada, pasaba los días, aun no tenia pensamientos tristes. Aun no sabía lo que era vivir.
Curiosa, fisgaba por todos el agujero de las cerraduras de las puertas cerradas.
Siempre salteando, de un lado para otro, sin parar, era como mariposa de flor en flor.
Años felices, tubo la niña. Ni el pelo estirado e las trenzas no la lastimaban, oh hacia de cuenta que estaba a gusto, con sus lazos blancos uno de cada lado.
Ella solo quería ir junto a sus perros e gatos, jugando a escondite con ellos.
El casaron era mui alto, pero ella subía para el tejado, por las ventanas del torreón. Su Madre salía a merendar con las amigas, toda arreglada con sus guantes de encaje e su sombrerito de paja, tapando mitad de su cara con una red. Elegante marchaba con el Padre, en su coche a la ciudad. La niña esperaba mirando como ella passaba la barra de los labios, los coloretes e el polvo de arroz. El último era su perfume, e los guantes.
Iba junto a las criadas, daba las últimas órdenes e marchaba. La niña corría a la galería a confirmar cuando el coche salía del portal al fondo de la avenida. Esperaba que estos se cerraran, Un poco más quedaba, algo podían haber olvidado e volver atrás.
Segura que estaba a su suerte, lo primero que hacia era pedir a una empleada, que le deshiciera las trenzas, quitaba las medias e los zapatos e marchaba en su caminar casi bailando dando pequeñitos saltos a la aventura .
Los perros e gatos venían para junto de ella. Aquella finca tan grande, era pequeña para tanta confusión.
Niña feliz, que media salvaje, como su manera de ser, solo los arboles pequeños escapaban de aguantar su pesito, al ser trepadas por ella.
Raro era el fin de tarde que no tuviera un esguince en un tubillo, un rasguño en una pierna o brazo.
Antes que llegaran sus Padres, las trenzas eran hechas, tomaba baño, ponía de nuevo las medias, zapatos e la misma ropa, que le habían puesto por la mañana. ¡E no se pasó nada! Sus amigas empleadas todo hacían para que nadie se diera cuenta de lo que hacia en su ausencia.
Lista como era, si rompía un cristal con las juergas, como su Madre tenia terror a las arañas, inventaba que había una en el techo e que al intentar mátala, con un zapato, este al caer, había roto el cristal. Ella decía ¡“hay qué asco” ¿e la matara? Sí, decía una de las empleadas era enorme. “Total decía la Madre el cristal se pone, lo que interesa es que hayan matado el bicho.”
¡Niña, que bellos tiempos! ¿Verdad que fuiste feliz? Lastima que todo haya cambiado con el pasar del tiempo e te hiciste adulta.
Pero puedes ser niña en tu interior, jugar a las escondites con quien te rodea, con las tramas que te ponen en tu camino. Juega el juego de los sentimientos, haz como ellos, no te dejes apañar nunca, escapa, eres mas lista que ellos e los conoces bien.
Aun que hoy la finca sea otra, es grande ha misma, pero mas dura e llena de ratoneras.
Escapa e haz de cuenta, que no te das cuenta de la falsedad. No subas a los arboles, están podridos e te puedes lastimar, mira, solamente mira sus ramas, ellas caerán de cansancio de esperar por una desatención tuya.
Para ti niña, que tan feliz haz sido, no dejes de continuara , en esta selva traicionera, a ser lo que deseas. Libre ,justa e al mismo tiempo inocente en tu manera de no desear mal a nadie.
Oporto 28 de Noviembre de 2012
Carminha Noeves
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