Llegado el minuto cero,
El crepúsculo cae inverso a la luna,
Las estrellas son negras
Y una lluvia turbia
Eclipsa al sol menguante,
Los tulipanes danzantes
amantes de lo sutil, descienden,
caen bajo toneladas de agua
elevada sobre las rocas
de los melancólicos días del ayer.
El tiempo muere soltero,
Mientras el reloj parlanchín, grita,
¡un minuto más! Que va de retro,
El viento se convierte en parca
Y su barca en rosas endemoniadas,
Adictas a la droga de la devastación.
El susurrar es anónimo y las gotas
De lo que alguna vez fue existencia,
Se extinguen en el océano desteñido
Por los cráneos y recipientes,
Ya vacías cascaras sin sentir.
La agonía es un Cupido,
Vestido de un claroscuro colorido,
Y la esencia de la vida,
Un ánima solitaria, flota desolada,
La muerte es una laguna de recuerdos.