Vuelvo a reconocer el silencio de mi casa
escucho lo extenso de los cuartos, la cocina,
los pasillos uniformes, deshabitados, sin polvo;
vuelvo al silencio de la profunda amargura
al interior de donde vivo, en mi cuerpo,
y siento un espantoso lamento de sirena
una terrible alarma de desesperanza
una aterradora catástrofe a mis espaldas
y reconozco que el ángel de la muerte está cerca
entiendo que estoy solo, de soledad incurable,
soledad privada que absorbe y sumerge
sé que dios aún me observa, silenciosamente;
vuelvo a ver mi cuerpo solo, mis manos largas,
los arboles rotos de mi corazón,
y miro lo que está allá arriba
el cielo, las azoteas, los insectos, los pájaros.